Se dice que los japoneses son los más ardientes aficionados del mundo a los insectos. Y entre ellos, los más populares son las libélulas, luciérnagas y los insectos sonoros del otoño. En su estado de larva, las libélulas viven en el agua y Japón cuenta con numerosos campos de arroz, ríos y arroyos, óptimos para su reproducción. En el país existen cerca de 190 especies distintas de libélulas y el número de ejemplares es impresionante. Desde la antigüedad, los japoneses han gozado observando estos insectos, como muestra la historia.
a prueba más temprana de esta afición son los dibujos en las campanas ceremoniales dotaku, de mediados a finales del periodo Yayoi (entre el segundo siglo A.C. y el tercero D.C.). Las campanas, hechas de bronce, a veces eran decoradas con dibujos primitivos de libélulas, junto con mantis religiosas y arañas – todos insectos beneficiosos debido a que eliminan los insectos que se comen las plantas de arroz. Los historiadores creen que los dibujos de los insectos representan plegarias por una buena cosecha.
Nihon Shoki (Crónica de Japón, recopilada en el 720) es una historia del Japón antiguo. En ella se mencionan las libélulas, con el nombre de akitsu. Las Crónicas cuentan que el primer Emperador, Jimmu Tenno, subió a una pequeña montaña en Yamato (actual Prefectura de Nara), miró hacia el suelo y dijo: “La forma de mi país es como una pareja de akitsu”.
Las Crónicas también describen una anécdota de cuando el 21 Emperador, Yuryako Tenno, se encontraba cazando en una llanura en Yoshino (actual sur de la Prefectura de Nara). Un tábano se posó en su brazo y le picó. En ese momento bajó en barrena una libélula y se deshizo del tábano. El Emperador quedó tan satisfecho con tal acción que llamó a la zona: Akitsu-no (Llanura de la Libélula). Y según las citadas Crónicas de ahí surgió el antiguo nombre de Japón: Akitsu Shima (Las Islas Libélula)
A las libélulas se las denominó kachi-mushi (insectos victoriosos), que traen buena suerte, en parte debido a la leyenda del tábano. Los cascos de los samurai, las gorras de los soldados, marcas familiares y otros objetos fueron decorados con dibujos de libélulas de la buena suerte.
Una serie de canciones que datan de 1100 cuentan la forma de cazar libélulas y los niños japoneses las vienen capturando desde hace siglos. Los más jóvenes, al observarlas cuidadosamente, descubren sus costumbres e inventan formas para hacerse con ellas. Una de estas formas es mostrada en la primera enciclopedia ilustrada de Japón, editada a principios de 1700 por Terajima Ryoan y llamada Wakan Sansai Zue (Colección Ilustrada Nipo-China de los Tres Componentes del Universo). Los dibujos muestran a una libélula atada a un palo con una cuerda. Los niños lo utilizaban para capturar un macho. Hasta fechas recientes, este método de caza otori-dori era muy popular, utilizando una libélula de plata, gin-yamma, o alguna otra de tamaño grande.
Otra de las formas de cazarlas es denominada hikkake-dori. Se envuelven piedritas en un trozo de tela, cuyos extremos están atados a una cuerda de unos 60 cm. El dispositivo es lanzado a una gin-yamma, que cree que es algo para comer, vuela hacia ello y se enreda en la cuerda cayendo a tierra.
Hoy en día no se ven con tanta frecuencia las gin-yamma u otras libélulas grandes, en parte debido a la contaminación medioambiental. Por lo que tampoco vemos a muchos niños intentando capturarlas. No obstante, confiamos en que los métodos de observación y captura perduren en los niños por mucho tiempo.
Aún se canta una canción infantil, Aka-tombo (Libélula roja), escrita en 1921. En muchas comunidades se mantienen estanques que permiten la cría de libélulas como parte de la protección de la naturaleza. Esperamos que la cultura japonesa de la libélula continúe por siglos.
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